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HISTORIA DE LA ESC. SEC. TEC 1 " ÁLVARO OBREGÓN"

" ANTIGUA CASA DEL NIÑO INDUSTRIAL"

Ciudad Victoria, Tamaulipas.- La Casa del Niño Industrial fue fundada el 28 de septiembre de 1928 en ciudad Victoria. El fundamental propósito era proporcionar a la sociedad jóvenes capaces de iniciarse como empleados en la naciente patria de principios de siglo pasado.

Sin embargo, durante el mandato de Álvaro Obregón y por su apoyo a esta escuela fue que se le puso Escuela Técnica “Álvaro Obregón Salido”, dedicando entonces su encomienda a escuela secundaria.

Contaba con talleres de oficios como la ebanistería, electricidad, moldeo y fundición, electrónica, mecánica automotriz,  soldadura y forja, así como el de máquinas y herramientas. Efectivamente dieron a los victorenses personas capaces de desenvolverse en el área laboral. También existieron para señoritas los talleres de comercio,  taquigrafía y mecanografía. Pero en sus inicios, en 1930 contaba con talleres de panadería y zapatería.

Actualmente el edificio de la antigua Casa del Niño Industrial es ocupado por las oficinas del DIF Municipal. La escuela nueva fue construida a un costado, donde estaba el campo de futbol. Tumbaron además las gradas de lo que fue una excelente cancha de basquetbol para darle lugar a un estacionamiento inútil, pues la mayoría de vehículos de funcionarios y trabajadores  invaden el complejo estructural del edificio, afeando el hermoso y bien remozado sitio histórico y cultural.

Regresar a este espacio histórico es andar el tiempo aquel de los jóvenes internos, inspirados por la formación militarizada y la férrea disciplina escolar. Se aceptaban jóvenes mayores de 18 años hasta fines de los setentas, cuando concluyó por ser exclusivamente Escuela Secundaria Técnica Industrial y Comercial número 30 adscrita a la DGETI.

El edificio quedó grande para las oficinas administrativas que hoy ocupa. Su grandes galerones, 9 en total, permanecen a la espera de una Escuela de Arte y Oficios, a la disposición para talleres de artesanías. Un enorme edificio construido ya en la época moderna con cuatro pisos, contenía la mayoría de los salones de la Escuela Secundaria Técnica Industrial número 30, hoy luce vacío también.

Pasaron por ahí profesores como Santiago Durham, que en un principio tenía a su cargo el taller de carpintería, pero también estuvieron José Luis Morquecho, el profesor Villela en soldadura y forja, profesores Cecilio Becerra y José Luis Quintero de educación física. Otros maestros de español Ludivina Benavides Peña, la doctora Socorro Lavín Paz, Lamberto Alfaro en la época moderna, pero en su primera época los archivos destacan a Emeterio Macías, Bernardo Zárate, Matías V. Villareal, Benjamín Jiménez y José Agustín Arellano.

A principios de los setentas había apenas tres escuelas en la localidad. Quienes ingresaban a la ETI número 30 podían continuar sus estudios en el Cecyt 104, hoy Cbtis 24. Había también la Preparatoria Nocturna para Trabajadores y la Preparatoria Federalizada número 1.

Jóvenes de clase baja provenientes de las colonias de reciente creación, como la Horacio Terán, Guadalupe Mainero, Héroe de Nacozari, Obrera, Morelos, Hidalgo y la Pedro Sosa convergieron en aquella institución que se vanaglorió por muchos años ganando los concursos de Banda de Guerra en diversos foros nacionales.

En la planta central hay cuatro edificios en su conjunto. Abajo estaban los talleres de mecanografía y la cooperativa en el lado norte y el edificio del lado sur tenía salones de tercero.

En el edificio moderno para esos años, en los cuales fue construido, tenía los salones de primero en los primeros dos pisos, y en el cuarto piso estaban los laboratorios de física, biología y química.

La disciplina se restringía al máximo, sobre todo que durante un buen período se acogió en ese sitio a niños de diversidad cultural, entre recién llegados a la urbe y aquellos que oficiaban un trabajo en la calle.

Había mucho fervor patrio y de orgullo escolar durante la formación de grupos, en los ensayos para los desfiles, en los desfiles mismos. Marchar con la Escuela Industrial era un orgullo patrio, sobre todo aquellos que participaban haciendo las inolvidable pirámides el 20 de noviembre bajo la mirada escrutadora a y justiciera de los prefectos.

 

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